lunes, 26 de abril de 2010

Las locuras de nuestra época

No queda más remedio que llamar las cosas por su nombre. Los que conservan un mínimo de sentido común pueden observar sin gran esfuerzo cuán poco va quedando de realismo en el mundo actual.
Cuando el Presidente de Estados Unidos Barack Obama fue nominado Premio Nobel de la Paz, Michael Moore declaró: “ahora gáneselo”. El ingenioso comentario gustó a muchas personas por la agudeza de esa frase, aunque muchos no vieron otra cosa en la decisión del Comité noruego más que demagogia y la exaltación a la aparentemente inofensiva politiquería del nuevo Presidente de Estados Unidos, un ciudadano afronorteamericano, buen orador, e inteligente político al frente de un imperio poderoso envuelto en profunda crisis económica.
La reunión mundial de Copenhague estaba a punto de celebrarse y Obama despertó las esperanzas de un acuerdo vinculante en el que Estados Unidos se sumaría a un consenso mundial para evitar la catástrofe ecológica que amenaza a la especie humana. Lo ocurrido allí fue decepcionante, la opinión pública internacional había sido víctima de un doloroso engaño.
En la reciente Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, que tuvo lugar en Bolivia, se esgrimieron respuestas llenas de sabiduría de las antiguas nacionalidades indígenas, invadidas y virtualmente destruidas por los conquistadores europeos que, en busca de oro y riquezas fáciles, impusieron durante siglos sus culturas egoístas e incompatibles con los intereses más sagrados de la humanidad.


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