miércoles, 9 de junio de 2010

En los umbrales de la tragedia

Desde el día 26 de marzo, ni Obama ni el Presidente de Corea del Sur han podido explicar lo que realmente ocurrió con el buque insignia de la Marina de Guerra sudcoreana, el modernísimo caza submarino Cheonan, que participaba en una maniobra con la Armada de Estados Unidos al oeste de la Península de Corea, próximo a los límites de las dos Repúblicas, ocasionándole 46 muertos y decenas de heridos.
Lo embarazoso para el imperio es que su aliado conozca de fuentes fidedignas que el buque fue hundido por Estados Unidos. No existe forma de eludir ese hecho que los acompañará como una sombra.
En otra parte del mundo las circunstancias se ajustan igualmente a sucesos mucho más peligrosos que en el Este de Asia y no pueden dejar de ocurrir, sin que el superpoderoso imperio tenga forma de evitarlo.
Israel no se abstendría de activar y usar, con total independencia, el considerable poder nuclear creado por Estados Unidos en ese país. Pensar en otra cosa, es ignorar la realidad.


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