viernes, 4 de junio de 2010

El Imperio y la Mentira

No me quedó otra alternativa que escribir dos reflexiones sobre Irán y Corea, que explican el peligro inminente de guerra con el empleo del arma nuclear. A su vez, expresé ya la opinión de que uno de ellos podía subsanarse si China decidía vetar la resolución que Estados Unidos promueve en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El otro depende de factores que escapan a toda posibilidad de control, debido a la conducta fanática del Estado de Israel, convertido por Estados Unidos a su actual condición de fuerte potencia nuclear, que no acepta control alguno de la superpotencia.

Cuando se produce la primera intervención de Estados Unidos para aplastar la Revolución Islámica en junio de 1953, en defensa de sus intereses y los de su estrecho aliado el Reino Unido, que llevó al poder a Mohammad Reza Pahlevi, Israel era un pequeño Estado que no se había apoderado todavía de casi todo el territorio palestino, parte de Siria y no poco de la vecina Jordania, defendida hasta entonces por la Legión Árabe, de la que no quedó ni la sombra.

Hoy los cientos de cohetes con ojivas nucleares, apoyados por los aviones más modernos que le suministra Estados Unidos, amenazan la seguridad de todos los Estados de la región, árabes y no árabes, musulmanes y no musulmanes, que están al alcance del amplio radio de acción de sus proyectiles, que pueden caer a pocos metros de sus objetivos.

El pasado domingo 30 de mayo, cuando escribí la reflexión El imperio y la droga, no había ocurrido todavía el brutal ataque contra la flotilla que transportaba víveres, medicamentos y artículos para el millón y medio de palestinos sitiados en un pequeño fragmento de lo que fuera su propia Patria durante miles de años.

La inmensa mayoría de las personas invierten su tiempo y luchan para enfrentar las necesidades que les impone la vida —entre ellas el alimento, el derecho a la recreación y al estudio, y otros problemas vitales de los familiares más allegados—; no pueden detenerse en la búsqueda de información sobre lo que está ocurriendo en el planeta. Uno los ve en cualquier parte con expresiones de nobleza y confiando en que otros se encargarán de buscar soluciones a los problemas que los agobian. Son capaces de alegrarse y sonreír. Alegran de esta forma a los que tenemos el privilegio de observar con ecuanimidad las realidades que nos amenazan a todos.

El extrañísimo invento de que Corea del Norte había hundido la corbeta sudcoreana Cheonan —diseñada con tecnología de punta, dotada con amplio sistema de sonar y sensores acústicos submarinos—, en aguas situadas frente a sus costas, la culpaba del atroz hecho que costó la vida de 40 marinos sudcoreanos y decenas de heridos.

No era fácil para mí desentrañar el problema. No tenía, por un lado, la forma de explicarme que fuera posible para gobierno alguno, por mucha autoridad que disfrutara, utilizar los mecanismos del mando para dar la orden de torpedear una nave insignia. Por otro lado, no creí por un segundo la versión de que Kim Jong Il diera esa orden.

Carecía de elementos de juicio para llegar a una conclusión, pero tenía la seguridad de que China vetaría un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad que sancionara a Corea del Norte. Por otro lado no tenía duda alguna de que Estados Unidos no puede evitar el empleo del arma nuclear por parte del gobierno incontrolable de Israel.

En horas avanzadas del día 1º de junio comenzó a descorrerse el velo de lo que realmente ocurrió.

Escuché a las 10 y 30 p.m. el contenido de un análisis agudo del periodista Walter Martínez, que elabora Dossier, programa estelar de la televisión venezolana. Él llegó a la conclusión de que Estados Unidos hizo creer a una y otra parte de Corea lo que cada una de ellas afirmaba de la otra, con el objetivo de resolver el problema de la devolución del territorio ocupado por la base de Okinawa que el nuevo líder de Japón, haciéndose eco de las ansias del país, demandaba. Su partido obtuvo un enorme respaldo en las elecciones debido a esa promesa suya de lograr el retiro de la base militar allí instalada, que es un puñal clavado desde hace más de 65 años en el corazón del Japón, hoy desarrollado y rico.

A través de Global Research se conocen los detalles verdaderamente asombrosos de lo que ocurrió, gracias al artículo de Wayne Madsen, periodista investigador que trabaja en Washington DC, que divulgó información de fuentes de inteligencia en el sitio web Wayne Madsen Report.

Dichas fuentes —afirmó— "...sospechan que el ataque contra la corbeta de guerra antisubmarina de la Armada sudcoreana Cheonan fue un ataque de bandera falsa hecho para que pareciera provenir de Corea del Norte."

"Uno de los propósitos principales para el aumento de las tensiones en la península coreana era aplicar presión sobre el primer ministro japonés Yukio Hatoyama para que cambiara de política sobre el retiro de Okinawa de la base del Cuerpo de Marines de EE.UU. Hatoyama ha admitido que las tensiones por el hundimiento del Cheonan tuvieron una importante influencia en su decisión de permitir que los marines de EE.UU. permanecieran en Okinawa. La decisión de Hatoyama ha llevado a una división en el gobierno de la coalición de centroizquierda, un hecho saludado en Washington, por la amenaza del líder del Partido Socialdemócrata, Mizuho Fukushima, de abandonar la coalición por el cambio de actitud sobre Okinawa.

"El Cheonan fue hundido cerca de la isla Baengnyeong, un lugar del extremo occidental alejado de la costa sudcoreana, pero frente a la costa norcoreana. La isla está altamente militarizada y dentro del alcance de fuego de artillería de las defensas costeras norcoreanas, que está al otro lado de un estrecho canal.

"El Cheonan, una corbeta de guerra antisubmarina, tenía sonar de tecnología de punta, y además operaba en aguas con amplios sistemas de sonar hidrófono y de sensores acústicos submarinos. No existe evidencia sudcoreana de sonar o de audio de un torpedo, submarino o mini-submarino en el área. Ya que no hay casi navegación en el canal, el mar estaba silencioso en el momento del hundimiento.

"Sin embargo, la isla Baengnyeong alberga una base de inteligencia militar estadounidense-sudcoreana y SEALS [fuerzas especiales] de la Armada de EE.UU. operan desde la base. Además, había cuatro barcos de la Armada de EE.UU. en el sector, parte del Ejercicio Foal Eagle EE.UU.-Corea del Sur, durante el hundimiento del Cheonan. Una investigación de las huellas metálicas y químicas del torpedo sospechoso muestra que es de producción alemana.

"Existen sospechas de que los SEALS de la Armada de EE.UU. mantienen una muestra de torpedos europeos con fines de denegabilidad plausible para ataques de bandera falsa. Además, Berlín no vende torpedos a Corea del Norte, sin embargo, Alemania mantiene un programa de estrecha cooperación de desarrollo conjunto de submarinos y armas submarinas con Israel.

"La presencia del USNS Salvor, uno de los participantes en Foal Eagle, tan cerca de la isla Baengnyeong durante el hundimiento de la corbeta sudcoreana, también suscita preguntas.

"El Salvor, un barco civil de salvamento de la Armada, que participó en actividades de colocación de minas por los marines tailandeses en el Golfo de Tailandia en 2006, estuvo presente cerca del momento de la explosión, con un complemento de 12 buzos de aguas profundas.

"Pekín, satisfecha con la afirmación de inocencia de Kim Jong Il de Corea del Norte después de un viaje urgente en tren de Pyongyang a Pekín, sospecha del papel de la Armada de EE.UU. en el hundimiento del Cheonan, asociada a sospechas particulares respecto al papel jugado por el Salvor. Las sospechas son las siguientes:

"1. El Salvor participaba en una operación de instalación de minas en el lecho marino; en otras palabras, colocaba minas antisubmarinas disparadas horizontalmente en el fondo del mar.

"2. El Salvor estaba realizando inspección rutinaria y mantenimiento de minas en el lecho marino, y colocándolas en un modo electrónico activo —disparo por gatillo sensible— como parte del programa de inspección.

"3. Un buzo de los SEALS colocó una mina magnética en el Cheonan, como parte de un programa clandestino con la intención de influenciar la opinión pública en Corea del Sur, Japón y China.

"Las tensiones en la península coreana han eclipsado convenientemente todos los demás puntos de la agenda en las visitas de la secretaria de Estado Hillary Clinton a Pekín y Seúl."

Así, de forma asombrosamente fácil, Estados Unidos logró resolver un importante problema: liquidar el gobierno de Unidad Nacional del Partido Demócrata de Yukio Hatoyama, pero a un altísimo costo:

1- Ofendió profundamente a sus aliados de Corea del Sur.

2- Destacó la habilidad y rapidez con que actuó su adversario Kim Jong Il.

3- Resaltó el prestigio de la potencia china, cuyo Presidente con plena autoridad moral se movió personalmente y envió a los principales líderes de China a conversar con el Emperador Akihito, el Primer Ministro y otras personalidades eminentes de Japón.

Los líderes políticos y la opinión mundial tienen una prueba del cinismo y la falta total de escrúpulos que caracterizan la política imperial de Estados Unidos.


Fidel Castro Ruz
Junio 3 de 2010
11 y 16 a.m.

No hay comentarios: