martes, 3 de julio de 2007

Entrevista a Juana Vera García, la traductora de Fidel (II)

¿A partir de cuándo fuiste su traductora e intérprete oficial?
Desde ese año 1975. Otros lo hubieran hecho con igual voluntad, la misma o mayor calificación, pero yo tenía la posibilidad de la consagración, no estaba casada aún, no tenía hijos ni otras presiones.
¿Eres más intérprete que traductora?
Son dos especialidades distintas y ambas me gustan. En muchos países el que es intérprete no hace más que interpretación y el traductor solo traduce. Aquí somos de todo, porque hacemos multioficio. La traducción refuerza, te obliga a investigar y te amplía los conocimientos. La interpretación requiere de otro tipo de habilidades, como la inmediatez. “Yo soy traductora e intérprete del Comandante porque también traduzco sus discursos y laboro como tal cuando él me necesita. El trabajo con el jefe, que hago con enorme placer, abarca también noches, fines de semana, días feriados y fines de año”.
¿Cuántos viajes has dado al extranjero con Fidel?
¡Ah! Una de las cosas que se aprende también con el Comandante es la precisión: tratar de ser preciso en los datos y si uno va a hacer un cálculo, que sea siempre conservador, para no mentir, para no exagerar las cosas. No me resigno a la falta de precisión y por eso soy tan quisquillosa y siempre ando buscando gazapos en los periódicos, porque me gusta la exactitud.
“De los 76 viajes al extranjero que ha dado Fidel después del triunfo de la Revolución hasta hoy, yo lo he acompañado en 67. Empecé a viajar con él en 1976 y he visitado como traductora e intérprete suya 50 países, de ellos algunos varias veces, como la antigua URSS, Estados Unidos y otros”.
¿Cuál fue el primer país al que viajaste con él?
Fue un viaje muy largo, en 1976, una visita oficial a Etiopía. Estuvimos en la Unión Soviética, Yugoslavia, Argelia y Libia. Fuimos también a Europa y regresamos después al África.
Háblanos de tu labor junto al Comandante.
Imagínense. Él es una persona muy modesta con conocimientos muy grandes y yo una pequeña vertebrada tratando de develar la hondura y la sabiduría de su pensamiento económico, filosófico, social y político.
“Miren, Fidel, como bien dijo una vez Raúl Roa, ‘ve la hierba crecer’. Él dice una oración y uno como traductor e intérprete, en cualquiera de las dos funciones, tiene que penetrar en su pensamiento, tratar de interpretar lo que quiere decir y transmitirlo. Yo creo que lo he logrado, porque me siento identificada con su persona y su modo de pensar".
¿Cómo haces?
Tengo que decodificar lo que él dice y codificarlo en inglés, para que la persona que recibe el mensaje no reciba exclusivamente palabras, sino su pensamiento, la idea precisa que él quiere decir.
“A veces las personas creen que cuando tú traduces o interpretas, transmites solo palabras. Con frecuencia algunas gentes me dicen: ‘Intérprete, ¿cómo tienes hoy la garganta?’ Y les digo: ‘¿La garganta?, perfectamente’. No saben que lo que tengo que tener claro es el cerebro, no la garganta.
“Yo debo decodificar el pensamiento de ese ser tan elevado y para el cual cada palabra que dice tiene un peso específico y está en ese justo lugar no por gusto, porque él tiene un dominio muy grande de la lengua española. Cuando él dice o repite algo no lo hace por puro placer, sino para enfocar el mismo problema desde diferentes ángulos. Y tengo que ser capaz de darme cuenta de cuál es la sutil diferencia entre lo que expresa en un momento determinado y en el siguiente, que te puede parecer muy similar, pero que no es lo mismo”.
¿Hablas más a lo norteamericano que a lo inglés?
Decididamente más a lo norteamericano, aunque trato de buscar la norma internacional, el inglés estándar, más parecido al canadiense, entre la americana y la inglesa. “Porque en Estados Unidos tú tienes varias normas según la zona geográfica, me refiero a las zonas lingüísticas. Yo hablo más a lo norteamericano porque he atendido mucho más Estados Unidos, territorio del que también me ocupo en el MINREX. Mi acento por eso es más norteamericano, pero trato de que sea lo más estándar posible para que entiendan bien lo que Fidel dice”.
¿Qué te resulta más fácil, traducir un texto o hablar?
Fácil no me resulta ni una cosa ni la otra, honestamente, porque yo, ni soy de cuna rica, ni estudié en escuela bilingüe, ni estudié fuera de Cuba. Yo empecé a estudiar Inglés a los 14 años, en décimo grado, después en el Pedagógico y por último en Filología.
¿Y cómo dominas el inglés? ¿Estudiaste por grabaciones?
Porque lo estudié mucho, con buenas profesoras, pero jamás tuve grabadoras ni estudié por grabaciones.
¿Tus libros de cabecera?
En varios idiomas: uno de español, uno de francés y uno de inglés. Yo soy graduada también de la Alianza Francesa. El francés, aunque nunca lo ejerzo, me gusta muchísimo, pero no lo practico. ¡Ah! No puedo dejar de mencionar a mi colega Isora Acosta Real, la traductora de francés del Comandante. Juntas hemos pasado alegrías y peligros ante los preparativos enemigos de atentados contra él.
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Entrevista a Juana Vera García, la traductora de Fidel

Desde la primera vez que tuve el privilegio de trabajar con el Comandante en Jefe, siempre ha sido para mí un desafío. Yo no he dejado de ponerme nerviosa nunca al realizar mi trabajo junto a él”.
Esta es la confesión inicial que nos hace Juana Vera García —Juanita— al referirse, con la modestia que la marca, a su importante quehacer como traductora e intérprete oficial del Jefe de la Revolución cubana, labor a la que se ha consagrado fielmente.

Juanita, aunque nació el 24 de noviembre de 1953, se declara hija de la Revolución y está convencida que le debe todo.
Vino al mundo en la capital de la Isla, pero desde los dos años se crió en Vereda Nueva, entre Caimito y San Antonio de los Baños, en la actual provincia de La Habana.
Igual que el ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, no se esconde para decir que viene de labradores, ni reniega de su origen humilde como hija de los campesinos Miguel, marianense, y Josefa, pinareña.
El nombre de su padre comunista aparecía en las listas de las personas que la Guardia Rural iba a ahorcar como regalo del Día de los Reyes Magos, el 6 de enero de 1959, pero, según ella, aludiendo a la canción popular de Carlos Puebla, “llegó el Comandante y mandó a parar”.
Juanita es la primera graduada universitaria de su familia. Luego de estudiar varios años Periodismo y en la Profesoral de Inglés del Instituto Pedagógico Enrique José Varona, se graduó como traductora e intérprete en Lengua Inglesa en la Escuela de Filología de la Universidad de La Habana en 1980, pero inició los estudios de ese idioma en cumplimiento de una tarea de la Juventud desde los 14 años.
Está casada con el doctor en Ciencias Físicas Matemáticas Gerardo Rodríguez Fuentes, investigador titular de la Universidad de La Habana, segundo secretario del Partido allí y padre de sus dos hijos, Abel, de 20, estudiante de Ingeniería Informática; y Nerea Amalia, de 18, de Instructores de Arte.
Fue esponsable de país en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), traductora e intérprete, intérprete de conferencias en ese organismo y actualmente es funcionaria y especialista del Departamento de Estados Unidos del MINREX.
Considera entre sus profesores favoritos en el Pedagógico a las doctoras María Dolores Ortiz, en Literatura General, y Ada Jones, en Inglés.

¿Tu momento más difícil como traductora e intérprete de Fidel?
Todos. Difícil para mí es traducirle al Comandante cada uno de sus discursos. Puede parecer que no es así cuando estoy tan inspirada haciéndolo en público. Alguien pudiera pensar: "¡Mira qué tranquila está ella!", pero no; de tranquilidad, nada.
“Es difícil porque tengo que trasladar el pensamiento de un ser muy superior, ideas de una trascendencia que no puedo calcular. Es un desafío, por tratarse de un estadista de unos conocimientos tan vastos, con un dominio tan profundo de tantos temas. Cualquiera no se puede imaginar la hondura de sus reflexiones.
“El Comandante se interesa realmente por todos los asuntos y no se conforma con el barniz. Él siempre quiere indagar y aprender más sobre los tópicos y problemas que aborda. Hubiera sido uno de los filósofos más grandes y famosos de la antigüedad de haber nacido en esa remota época del mundo”.
¿La experiencia que más recuerdas?
En casi tres décadas he tenido muchas. Creo que fue la guerra de Angola. Durante quince años nuestras tropas estuvieron allí, turnándose y por esa tierra pasaron miles de militares y civiles y a lo largo de ese período tenso y duro tuve muchas horas de trabajo con el Comandante, en Cuba y en el extranjero.
“Yo pude ver cómo el Jefe dirigió esa guerra, cómo sufrió cada una de nuestras bajas; cómo estaba pendiente desde lo que comían nuestros soldados, hasta dónde estaban las tropas desplegadas.
“Seguía al pie de la letra lo que había que hacer, el próximo movimiento para que nuestras tropas pudieran actuar con eficacia, pero con el mínimo de bajas posibles. Esa es una historia desconocida."
¿Por qué eres su traductora e intérprete de Inglés?
Quise ser profesora de Español, me gustaba más como lengua. Me gustan la Gramática Comparada, la Redacción y la Composición. Cuando terminé el Pedagógico, no pude hacer el servicio social porque mi papá enfermó y murió y tuve que empezar a trabajar.
“Yo soy la traductora e intérprete de Fidel por un proceso de selección natural. Hay muchos más preparados que yo en el idioma y también más cultos, por su cuna, porque estudiaron Historia del Arte, por ejemplo, y conocen más lenguas. Yo trabajé por primera vez con el Comandante cuando tenía 18 años, en junio de 1972, estando con Angela Davis, en la despedida de la delegación Cubana al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Acompañarla y ser su traductora eran dos trabajos que hacía como responsable de país por el ICAP”.
¿Y cómo se enlaza esto con Fidel?
En eso llegó el Comandante y no había un traductor para él. Quien le traducía inglés y francés era ‘Felo’, agregado de Protocolo del MINREX. Todavía no había un equipo de traductores. En esa época comenzó a traducirle también Juan Ortega, Juanito, pero él tenía sus limitaciones físicas y se requería mucha movilidad y rapidez.
“Empiezo a traducirle en 1972, pero esporádicamente. Éramos un grupo pequeño y al final quedamos Juanito y yo, él para las cosas públicas, por su voz tan bonita y vigorosa y yo en las otras actividades. Fidel participaba en muchas y yo tuve el privilegio de ser muy joven y no tenía más compromisos que estudiar y trabajar, un afán de superarme muy grande, mientras que otros compañeros, muy preparados y capaces carecían del tiempo necesario para eso. Y en 1975 se creó el Equipo A, de traductores: dos de inglés; uno de francés, uno de portugués, uno de árabe y otro de ruso”.
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