Viejo y prestigioso amigo, cuánto me place verte convertido y reconocido por todas las instituciones políticas del mundo como símbolo de la libertad, la justicia y la dignidad humana. Te convirtieron en trabajador forzado en las canteras, como hicieron con Martí cuando tenía 17 años.
Sólo estuve en la prisión política menos de dos años, pero fue tiempo suficiente para comprender lo que significan 27 en las soledades de una prisión, separado de familiares y amigos.
En los años finales de tu martirio, tu Patria, bajo la tiranía del Apartheid, fue convertida después de la Batalla de Cuito Cuanavale en instrumento de la guerra contra los combatientes internacionalistas cubanos y angolanos que avanzaban sobre la ocupada Namibia. Nadie podía ocultarte las noticias de la solidaridad que el pueblo, bajo tu guía, despertaba entre todas las personas honestas de la tierra.
Entonces, como hoy, el enemigo estaba a punto de dar un zarpazo nuclear contra las tropas que, en ese caso, avanzaban contra el sistema odioso del Apartheid.
